Los que hemos padecido la represión, sabemos que eso es lo que conlleva ser honestos y coherentes con unos principios, que como mínimo sean democráticos , tener minimamente, sensibilidad humana, nos obliga a no callar ante el horror que comete día si y día también el capitalismo, con el consentimiento activo o pasivo de la mayoría de los periodistas.
La mentira como sistema
En los países desarrollados no solo hay que denunciar al capitalismo, también hay que hacerlo contra quienes desde posiciones profesionales elitistas colaboran y defienden el sistema, ejemplos miles, pero solo señalar a los que dicen ser progresistas y hoy colaboran con el poder, diciendo, que la guerra de Libia es otra cosa, que a sido aprobada por la ONU, no se les cae la cara de vergüenza ha estos artistas y profesionales que viven y se enriquecen de los impuestos de los ciudadanos mintiendo vilmente, para mi son profesionales al sevicio del poder y me merecen menos respeto que un capitalista.
Si los periodistas españoles hubieran hecho sus deberes, España no estaría hoy llena de mugre y corrupción, no seria una cloaca de Nueva York.
Ante el miedo a que los ciudadanos conozcan sus fechorías, se esconden en su estatus, como los animales asustados se esconden en sus madrigueras, sin darse cuenta que sin auténticos periodistas que digan la verdad y denuncien los abusos y corrupciones del poder, los miserables y corruptos políticos que tenemos, se sentirán impunes, teniendo todo el campo libre para cazar.
Si los periodistas hubieran hecho bien su trabajo en España, la democracia no habría sido asesinada por el golpe de Estado del 23 Febrero de 1981, dado por el propio estado y la casa real, siendo transformada en una oligocracia sin dignidad ni respeto a sus propios principios, su constitución.
El periodismo libre es la columna vertebral de un sistema que sea democrático, pero el periodismo sometido es el sostén de la tiranía y los pueblos incultos.
El periodismo español está enfermo, porque demasiados profesionales han renunciado a su libertad y a su independencia, se dedican a no propagar la verdad, se dedican a decir solo la verdad del poder, que es muy distinta a la verdad, sometiéndose al sistema a cambio de dinero, privilegios y miserablemente, en espera de ser recompensados por los poderosos.
Aquellos periodistas que saben aportar la luz, que es información independiente y la verdad, deberían ser convertidos por la sociedad en los guardianes de la democracia, pero los que se sometieron y se someten son los perros del poder.
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